miércoles, 2 de diciembre de 2009

Destino...


Turbado, mermado, el hombre sólo su muerte esperaba. El día había llegado, ni uno más, ni un sólo día más; aunque pensándolo ¿para qué podría querer un día más? ¡Para vivir un poco más desde luego! Pero, un momento. ¿En verdad había vivido? El último día de su vida era en sí mismo bastante deprimente por el simple hecho de ser el último día de su vida, decidió que no lo malgastaría jugando al filósofo.-Maldito sea el Oráculo,-pensó-¿es realmente necesario el que sepamos cuando moriremos?

La idea de la muerte generaba en él demasiado temor como para detenerse a pensar en ella, pero ¡por Zeuz! Ahí estaba nuevamente haciéndose el intelectual, ¿de qué servía si conocería su muerte ese preciso día? Pensándolo una vez más, ¿Servía de algo hacerse el intelectual?

No, no y no. No pensaría, ¡eso es! suspender el jucio es lo que haría. Descubrió inmediatamente comenzados sus intentos por no pensar que ni ésto era capáz de hacer. No podía, no más, una larga espera en el Hades le aguardaba. ¡Oráculo caprichoso! La cruel pitonisa anunció el día de su muerte, pero no dijo nada más. ¿Cómo saber que haría con su vida si el Oráculo nunca se lo dijo? Eso sí, para anunciar el día de su descenso al Hades ahí estaba. Si tan sólo hubiera anunciado que sería de su vida, ¿No podrían las pitonisas anunciar la vida y sólo la vida?

La culpa había sido de la pitonisa en turno, no le cabía la menor duda. No dijo que sería de su vida así que en su vida no hubo nada...¡cruel pitonisa! Su silencio acerca de su vida bien pudo ser la predicción de lo inútil e irrelevante que ésta sería. Siempre estuvo ahí, claro que sí ¿O no? ¿Por qué entonces no lo había notado antes?

Vida inútil, oh vida inútil. ¡Oh cruel Destino que indómito jugó con él! Su tragedia era tan patética que ni digna de ser escrita era. ¿Se podía ser más patético que él?

No podía, en escasas horas abandonaría su vida...¡Eso es! ¡Abandonaría su vida! Esa vida inutil de improductividad, de aburrimiento, de vacío. La muerte era después de todo lo mejor que podía pasarle. Pero ahí estaba de nuevo el indómito Destino; no tenía valor ni siquiera para algo bueno Las síbilas debían estar ya jugando con él. Ni su vida de inútil, ni los festivales báquicos...ahí estaba la respuesta: !Baco! Después de todo filosofar servía de algo.

Se hizo de todo el vino que pudo reunir en tan poco tiempo. Lo disfruto como nunca en su vida, no era mucho pero no le importaba, su mente podía engañarse a sí misma, lo había hecho durante toda su vida. Hermosas ninfas, ya las veía. Desnudas, ni un sólo fauno que las persiguiera, todas para él. No podía ver al Dios pero sí a las ninfas, las veía extasiado, ellas lo veían...¡Ellas lo veían, lo notaban! Maldita racionalidad, se tuvo que aparecer hasta en esa instancia, poco le duró la ofensa que contra las bellas ninfas había perpetuado, las flechas a él apuntaban, su muerte sin duda había llegado ya.

...

-¿Un ahogado?-preguntó el soldado al comerciante que recién descubría un cadaver en las orillas del río.
-Ahogado de borracho-respondió el guardia. No se tiene que ser un genio para saber que este hombre murió envenenado por haber ingerido tanto vino.

1 comentario:

  1. Exactamente mi estimado amigo, gente como tú o yo, sabiendo el día de nuestra muerte, racionalziaríamos y terminaríamos por deprimirnos. Mejor cortar de tajo.

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