viernes, 15 de octubre de 2010

Con motivo de la clase improvisada que un Doctor quizo darnos para recordar viejas glorias disfrazada de "comentario a la conferencia de Platón importada desde la Universidad de Tubinga a la que fuimos" vino a mi mente el elemento en común que todos los profesores nos han dicho: como filósofos seremos pobres, nadie nos comprenderá, seremos bichos raros y nos sentiremos infinitamente sólos, de ahí la importancia de congregarnos para evitar la depresión y el suicidio lo cuál muchas veces ni es suficiente. Comienzo a pensar que la clase del eximio V.H. es una inyección de endorfinas para asumir esta constante y abrazar con más fuerza el ideal de bios theoretikos.

2 comentarios:

  1. Eso es triste. Imagina a un copista haciendo apostillas sobre las apostillas de otro copistas (mejor que tú, es decir, alemán).
    ¿No quieres agregar a tu lista de solitarios a los filólogos? Nadie te entiende...
    Muera el bios theoretikos, viva VH, aunque ya no me estime como antes...

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  2. ¿Por qué tan ácido últimamente estimado?

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