Cuan esperanzador resulta para algunos seres mirar hacia el futuro; con tal de olvidar la miseria del ahora se abrazan a la incertidumbre del devenir. Más ¿no aferrarse con dulce ilusión al futuro es ya señal de gran desesperanza? El mañana llega, el presente se desvance tan aprisa que repentinamente el ser se haya ahí, en la realidad que otrora incertidumbre fuera solo para hacer consciente lo que inconscientemente conoce ya, es más miserable que ayer. La descomposición del presente se torna en un pasado insoportable, pesado, denso; no una entidad metafísica, tan sólo un recuento, tan sólo una realidad mediante la cual el ser sabe que su existencia ante el absurdo inútil, miserable es y ante la cual el desesperanzado dulce abrazo al futuro tan solo es un parche y una culpa que contribuye a hacerlo más miserable.