
La historia del libro es simple: Loella es una niña que vive sola en el bosque cuidando a sus hermanos. Los tres esperan el regreso de su madre de Sudamérica. Loella monologuea con el espantapájaros de su casa, a quién llama Papá Pelerín.
Recuerdo que mi maestra de primaria de aquél entonces nos mencionó que la gente de la Europa escandinava no es tan cálida como nosotros. Leí un artículo que informaba que, de acuerdo a investigaciones, gran parte de esos países se encuentran entre "los más tristes del mundo", es decir, tenían un alto índice de depresiones. El artículo lo atribuía al frío. Por éste motivo me hice al fin del libro que tanto me gustara hace seis años.
Decía el escritor Dylan Thomas que el problema de escribir para niños era que tarde o temprano (por leer libros) iban a dejar de ser niños e iban a ser conscientes del dolor. El que escribe para niños engendra viejos.
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